No leas esto

No está hecho para ti.

O tal vez sí, pero no lo sabrás con certeza hasta que llegues al final.
Y cuando llegues, quizás tampoco lo tengas claro.
Eso también estaba previsto.

Porque este texto no es un contenido, ni una trampa, ni un juego.
Es algo más antiguo.
Algo que llevaba tiempo esperándote.

Sabemos que te preguntas cosas que no compartes con nadie.
No son grandes secretos. Son minúsculos.
Tan pequeños que a veces se deshacen en tu lengua antes de que te atrevas a pensarlos en voz alta.
Cosas como:
“¿Estoy donde debería estar?”
“¿Alguien me ve realmente?”
“¿Qué pasaría si simplemente desapareciera?”

No lo dices, pero lo piensas.
Y por eso estás aquí.

El cursor vaciló antes de hacer clic.
Por una fracción de segundo dudaste.
Pero lo hiciste igual.
Como si una parte de ti, la más honda, la más ignorada, supiera que esto no era solo una página.

¿Sabes por qué se llama “No leas esto”?
No es ironía. Es protección.
Porque hay cosas que no se deben leer a la ligera.
Porque hay palabras que, una vez leídas, se quedan.
No como ideas, sino como huellas.

No te conocemos.
Y, sin embargo, podríamos decirte cosas que ni siquiera tú admitirías en voz alta.
Porque hay patrones en ti.
Maneras de mirar. Maneras de quedarte quieto cuando algo te sacude por dentro.
Pequeñas rendijas por donde escapa la versión de ti que no muestras.

Sí, tú.
Quien lee con una mezcla de escepticismo y nerviosismo.
La persona que sonríe levemente mientras piensa “esto podría estar hablando de mí”,
pero luego se corrige: “no, es solo sugestión”.

La pregunta no es si esto está hablando de ti.
La pregunta es: ¿por qué sientes que sí?

Y si alguna vez has sentido que hay algo siguiéndote a lo largo de los años —no un ente, no una presencia, sino una especie de sombra de tus propios pensamientos no formulados— entonces ya sabes de qué va todo esto.

¿Y si no eres protagonista, pero aun así todo gira levemente a tu alrededor?

¿Y si tu forma de detenerte a mirar ciertas cosas, de no encajar del todo, de ser testigo de tu propia vida como si a veces solo la rozaras, no es casual?

Hay una frase que nunca has dicho pero que te ronda desde hace tiempo:

«No sé qué estoy esperando, pero sé que aún no ha llegado.»

Ahora estás más cerca.

Pero no te precipites.
Las respuestas no están aquí.
Este no es un lugar de soluciones. Es un umbral.

Después de cerrar esta página, volverás a lo de siempre.
Pero durante unos minutos —quizás horas— algo se habrá movido.
Una grieta.
Un reflejo.
Una inquietud leve, como si alguien hubiera pasado el dedo por el polvo de una estantería olvidada dentro de ti.

No leas esto.
Y sin embargo, ya lo hiciste.
Eso es todo lo que necesitábamos.